Opinion

Más libertad económica se traduce en menos pobreza

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11 February 2012 Israel Ortega Print Email


¿Por qué algunos países están sumidos en la pobreza mientras que otros son prósperos? ¿Son los recursos naturales, la geografía o las consecuencias de la historia responsables de la brecha entre ricos y pobres, como algunos sostienen?

Culpar a los ricos encaja perfectamente en la narrativa de la populista lucha de clases, pero los datos revelan otra cosa: cuanta más libertad económica disfruta un país,  más probable es que sea capaz de reducir la pobreza.

Esta es precisamente una de las muchas conclusiones a las que llegan el equipo de economistas y académicos que elaboran el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage en coautoría con el periódico Wall Street Journal. Ahora bien, en nuestra 18ª edición, el Índice anual analiza la relación entre una mayor libertad económica y las oportunidades económicas y la prosperidad.

Las puntuaciones del Índice se basan en medidas de la eficacia de la regulación, cargas fiscales, mercados abiertos y el Estado de Derecho para determinar la libertad económica de 179 países. Por ejemplo, al comprobar lo eficaz de la regulación nos fijamos en lo fácil (¡o difícil!) que sea abrir una empresa o, en la categoría de lo legal se estudia el impacto de la corrupción.

Este año Estados Unidos siguió su descenso en la lista y pasó de noveno a décimo lugar debido al deterioro de sus puntuaciones en gasto público, libertad frente a la corrupción y libertad de inversión. Estados Unidos perdió la codiciada categoría de economía “libre” hace dos años ya y ahora somos sólo “mayormente libre”.

En conjunto, los países latinoamericanos revelan todo un estudio de contrastes. Por un lado está un país como Chile. Lo hizo muy bien en la clasificación de este año, defendiendo el libre mercado y rechazando medidas proteccionistas, tales como  barreras no arancelarias. Por otro lado, están países como Venezuela y Cuba. Terminaron a la cola de las clasificaciones mundiales. Los regímenes de Venezuela y Cuba (un decepcionante 174 y 177, respectivamente) se han erigido en propulsores del socialismo del siglo XXI y la libertad económica ha sido erradicada. Todo lo que le queda al pueblo es miseria y descontento.

Y sin embargo, la tradición del populismo sigue atrayendo a millones de seguidores en toda América Latina. Para países como Nicaragua y Ecuador, la falsa idea de que el gobierno puede salir de una recesión gastando para generar riqueza ha sido una tentación demasiado grande para resistirse. Por desgracia, la máxima de la gran Margaret Thatcher demostrada con el paso del tiempo sigue siendo cierta: ” El problema con el socialismo es que tarde o temprano se le acaba el dinero de los demás”.

Para toda América Latina y esa promesa de sus caudillos de sacar de la pobreza a sus pueblos, su nueva versión de socialismo del siglo XXI ha sido un miserable fracaso.

La libertad, no la represión, es la clave para reducir la pobreza.

Fuente: The Heritage Foundation

¿Deberíamos regular al azúcar como hacemos con el alcohol o el tabaco?

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11 February 2012 Art Carden Print Email


“Todo el objetivo de la política práctica es mantener alarmado al populacho (y por lo tanto clamoroso de ser conducido hacia la seguridad) amenazándolo con una serie interminable de duendes, todos ellos imaginarios”. - H.L. Mencken

Al igual que muchísima gente, estoy cada vez más preocupado por una cintura en expansión y las enfermedades relacionadas con el estilo de vida. Deseo que mis hijos vivan largas, felices y saludables vidas, y deseo que desarrollen buenos hábitos alimenticios. ¿Es regulando el azúcar del modo en que regulamos al alcohol y al tabaco la forma correcta de hacerlo? Algunos sostienen que sí. Yo afirmo que no. Siga leyendo para averiguar por qué.

The No-Brainer Issue of the Year: Let High-Skill Immigrants Stay

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28 January 2012 Alexander T. Tabarrok Print Email

Our policy toward the world’s best and brightest is currently: “Welcome! Enjoy this expensive education. Now go home!” Does that make any sense?
 
Behind Door #1 are people of extraordinary ability: scientists, artists, educators, business people and athletes. Behind Door #2 stand a random assortment of people. Which door should the United States open?

In 2010, the United States more often chose Door #2, setting aside about 40,000 visas for people of extraordinary ability and 55,000 for people randomly chosen by lottery.

It’s just one small example of our bizarre U.S. policy toward high-skill immigrants. Every year, we allow approximately 140,000 employment visas, which cover people of extraordinary ability, professionals with advanced degrees, and other skilled workers. The number is absurdly low for a country with a workforce of 150 million. As a result, it can be years, even decades, before a high-skilled individual is granted a U.S. visa. Moreover, these 140,000 visas must also cover the spouse and unmarried children of the high-skilled worker, so the actual number of high-skilled workers admitted under these programs is less than half of the total. Perhaps most bizarrely there is a cap on the number of visas allowed per country regardless of population size. How many visas are allocated to people of extraordinary ability from China, a country of over 1 billion people? Exactly 2,803. The same number as are allocated to Greenland.

A rational immigration policy would open the United States to many more high-skill immigrants. High-skill immigrants innovate, patent, and start new firms at higher rates than natives. At least one-quarter of the new firms in technology and science fields, from software and semiconductors to biotech, are founded by immigrants. In Silicon Valley, more than half of the high-tech start-ups were founded by immigrants. High skill immigrants especially with degrees in the fields of science, technology, engineering and mathematics (aka: STEM) create more jobs and higher wages for Americans. Increasing high-skill immigration is such a win-win policy for increasing innovation that it’s tempting to call it a no-brainer. Instead, “no-brainer” turns out to be a better description of our current policy.
At a minimum, we should shift from family-based immigration to work-based immigration, using a point system for skills, such as used by Canada, Australia and Hong Kong. At the same time as we limit skill-based visas to 140,000, we have over 1.1 million legal immigrants per year, most based on family immigration. Even the harshest critics of immigration cannot fault a policy that keeps the number of immigrants constant while shifting toward more high-skill immigrants.

We also should create a straightforward route to permanent residency for foreign-born students who graduate with advance degrees from American universities, particularly in the fields of science, technology, engineering and mathematics. We educate some of the best and brightest students in the world in our universities and then on graduation day we tell them, “Thanks for visiting. Now go home!” It’s hard to imagine a more short-sighted policy to reduce America’s capacity for innovation.

In an election year, no one expects any major action on immigration reform. But support for fixing our high-skill immigration system is widespread and bipartisan. A bill to lift the country cap on employment visas (“Fairness for High-Skilled Immigrants Act” (H.R. 3012)) sailed through the U.S. House in November on a 389-to-15 vote, although it was later blocked in the Senate for tactical reasons by Sen. Chuck Grassley (R-Iowa). Senator Charles Schumer (D-NY) and U.S. Rep. Jeff Flake (R-Ariz.) have both put forward proposals to “staple” a green card to the diplomas of foreign students graduating from U.S. universities with advanced degrees in STEM fields, an idea that also been endorsed Newt Gingrich, Mitt Romney and President Obama. Few people defend the current system.

We should debate the issues on which we do not agree. But shouldn’t we also agree to act on the issues over which there is no debate? The time to increase high-skill immigration is now.

Alexander Tabarrok is Research Director for The Independent Institute, Assistant Editor of The Independent Review, and Associate Professor of Economics at George Mason University. He received his Ph.D. in economics from George Mason University, and he has taught at the University of Virginia and Ball State University. Dr. Tabarrok is the editor of The Independent Institute books, Entrepreneurial Economics (Oxford University Press), The Voluntary City (with David Beito and Peter Gordon, University of Michigan Press), and Changing the Guard: Private Prisons and the Control of Crime.

Las tres lecciones de vida de Steve Jobs

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10 October 2011 Stanford.edu Print Email


Steve Jobs fue invitado por la Universidad de Stanford en California en el 2005 para dar un discurso a la nueva generación de alumnos graduados. Esta es la traducción de ese discurso:   -  

“Me siento honrado de estar con ustedes hoy, en su ceremonia de graduación de una de las mejores universidades del mundo. A decir verdad, yo nunca me gradué de una universidad. Y esto es lo más cerca que he estado de una graduación universitaria. Hoy deseo contarles tres historias de mi vida. Eso es todo, no es gran cosa. Sólo tres historias.