¡Si se puede, si se puede!
Un canto familiar sonó a través de los sinuosos caminos de las colinas del Este de la Bahía. Las voces eran alegres, con energía, decididas. Los pies que marchaban golpeaban el terreno a diferentes ritmos, pero eran al unísono en espíritu. Algo grande estaba sucediendo. Para muchos, fue algo innovador.