
Mientras hace 50 años el gobierno federal declaraba la guerra contra la pobreza, yo diría que en los últimos años ha liderado una nueva contienda no declarada pero real: una guerra contra el trabajo. El gobierno está utilizando cada vez más sus poderes coercitivos para castigar a aquellos que desean trabajar, creando una inmensa clase de estadounidenses en buenas condiciones físicas que dependen del gobierno—y los políticos—para su pan de cada día.