El Senado de los Estados Unidos ha sido nombrado “El Club Más Exclusivo”, y con buena razón: el poder y los beneficios son enormes. Hace unos días, la Senadora Dianne Feinstein fue de nuevo el centro de atención por los beneficios que se le han otorgado a su esposo derivados de su acceso (el de ella) a tal poder:
El día en que el nuevo Congreso se reunió este año, la Senadora Dianne Feinstein presentó la legislación para destinar $25 billones de dinero de los contribuyentes a una agencia gubernamental que justamente había otorgado a la firma de bienes raíces de su esposo un contrato muy lucrativo para vender propiedades embargadas a tasas de compensación más altas que la norma en la industria.
A esto siguen imputaciones sobre el hecho de que su esposo había sacado provecho tremendamente de su posición (de ella) en el Subcomité del Senado para el Financiamiento y Construcción Militar. Hasta la fecha, ha esquivado fácilmente todas esas críticas y está por verse si continúa usando su capa de teflón.
Mientras tanto, una aliada de la Senadora Feinstein en su campaña para promover un mayor poder gubernamental sin limitaciones para vigilar e intervenir las comunicaciones telefónicas domésticas ha descubierto que el hecho de ser un miembro del club no la exenta de ser mordida por la bestia que ella alimentó. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés) escuchó a la representante de California Jane Harman cuando ofrecía obtener la indulgencia para dos ex-miembros de un grupo de presión a favor de Israel con respecto a sus cargos pendientes por haber revelado ilegalmente secretos de seguridad nacional:
El domingo ante pasado pasado, CQ (el Congressional Quarterly) reportó que la NSA había intervenido las comunicaciones de la Representante Jane Harman (D-CA), escuchando una conversación en la que aparentemente ella ofrecía una retribución a un grupo de presión. Harman ha negado rotundamente tales reportes. Hace unos días, apareció en MSNBC para expresar su sorpresa e indignación con respecto a que sus llamadas telefónicas hubiesen sido escuchadas, diciendo que estaba “decepcionada” de que los Estados Unidos hubieran permitido “semejante abuso de poder”.
Así es, Jane, había una razón por la que se suponía que este gobierno iba a gozar de tan limitadas facultades. Como P.J. O’Rourke tan elocuentemente lo planteó, “Darle dinero y poder al gobierno es como darle whiskey y las llaves de un coche a muchachos adolescentes”. ¿Ya es tiempo de dejar de beber?
Mary L.G. Theroux is Vice Presidente Senior en The Independent Institute en Oakland.