Por Edgar K. Browning
Uno de los argumentos más comunes que apoyan el Programa Seguridad Social (Social Security) es que éste reduce la pobreza entre los adultos mayores. La semana pasada, Barack Obama declaró que
“el Programa de Seguridad Social ha sacado a millones de personas de la tercera edad de la pobreza. Sin éste, cerca del 50 por ciento de adultos mayores vivirían por debajo del umbral de la pobreza.” Es casi seguro que esto sea falso.
El Programa de Seguro Social afecta a la pobreza entre los adultos mayores en dos maneras compensatorias. Mientras reduce la pobreza por medio de la provisión de ingresos a las personas jubiladas, éste desalienta el ahorro privado durante los años laborales; que a la larga disminuye los bienes privados que la gente tiene a su retiro. El efecto global de esto es mayor pobreza entre la población jubilada.
Para entender esta conclusión, es importante comparar la tasa de rendimiento de los impuestos pagados que el Programa de Seguridad Social genera con la tasa de rendimiento que la gente podría recibir por su ahorro privado. Para aquellos que se retiran en el 2008, el promedio de la tasa real de rendimiento (ajustada a la inflación) sobre los impuestos pagados del Programa de Seguridad Social estuvo ligeramente por debajo del 3 por ciento y está previsto que decaerá abajo del 2 por ciento en los siguientes cuarenta años. En contraste, si las personas que se retirarán en el 2008 hubieran invertido los impuestos que pagaron al Programa de Seguridad Social en una cartera equilibrada (60 por ciento en acciones y 40 por ciento en bonos), hubieran recibido un rendimiento del 5.5 por ciento.
Podría parecer que no hay mucha diferencia entre un rendimiento del 5.5 por ciento y un rendimiento del 3.0 por ciento, pero en rendimientos anuales compuestos durante una vida, esta diferencia tiene una enorme influencia en el ingreso disponible durante el retiro. De hecho, el ingreso de retiro anual provisto por un rendimiento del 5.5 por ciento es doble a aquel provisto por el rendimiento del 3.0 por ciento del Programa de Seguridad Social. Aún más convincente, una inversión en la bolsa de valores gana un promedio del 7 por ciento de rendimiento real, que significaría un ingreso anual tres veces mayor al que proporciona el Seguro Social. En pocas palabras, es probable que tuviéramos menos pobres entre los adultos mayores si hubieran sido libres de invertir sus impuestos en bienes privados.
Mientras esta simple comparación es convincente, pasa por alto los enormes costos ocultos de este sistema. Al reducir los incentivos para que los trabajadores ahorren sin intermediarios para su propio retiro, reducimos el ahorro y la inversión de la economía a activos productivos. Esto significa que como resultado del Programa de Seguridad Social, la economía crece más despacio y la gente termina con ingresos menores aun después de haber pagado sus impuestos. Cuando este costo es tomado en cuenta, el rendimiento real del Seguro Social para aquellos que se están retirando hoy, ¡es en realidad negativo!
Y las cosas sólo empeorarán. A pesar de que Obama nos asegura que “el sistema [Programa de Seguridad Social] subyacente es sólido”, por años economistas han enfatizado que este no es el caso. Hoy en día, los gastos del gobierno en el Seguro Social y su adjunto programa de retiro, Medicare, ascienden al 7.3 por ciento del Producto Interno Bruto (GDP por sus siglas en inglés). Sin embargo, los Consejos de Administración del Programa de Seguridad Social y Medicare nos dicen que para el 2040 la cifra aumentará al 15.2 por ciento si no cambiamos las reglas para la determinación de subsidios.
Eso significa que a largo plazo tendremos más que duplicar las tasas tributarias para pagar los subsidios que el Congreso ha legislado imprudentemente.
Los adultos mayores pobres, así como el resto de nosotros, somos mal servidos por políticos que sistemáticamente restan importancia a los altos costos del Programa de Seguridad Social y retrasan afrontar esta auténtica crisis.
Edgar K. Browning es un Miembro Investigador del Independent Institute, titular de la Cátedra de Economía “Alfred F. Chalk” en la Universidad Texas A&M, y autor de Stealing from Each Other (Praeger, 2008).