Se ha hablado mucho desde la administración Obama sobre hacer más “humanas” las políticas de inmigración, pero la triste realidad es que durante el mandato del presidente Obama, se ha incrementado enormemente una de las realidades más inhumanas de la inmigración ilegal: los niños que cruzan la frontera sin sus padres.
El número de menores que está cruzando o intentando cruzar la frontera sur de Estados Unidos sin la compañía de al menos uno de sus padres o un familiar adulto se ha disparado desde los 6,560 de 2011 a una estimación de 60,000 para el ejercicio fiscal de 2014. Los agentes de la Patrulla Fronteriza del sur de Texas informaron de que más de 1,000 niños en tales circunstancias fueron detenidos a principios de este mes, incluido un niño de 3 años procedente de Honduras.
¿Qué explica este espectacular incremento?
Como indicó al New York Times un representante del gobierno desde Ecuador, una de las principales razones es la creencia que tienen muchas personas de Centroamérica y México de que se va a aprobar algún tipo de reforma de la inmigración que permitirá que cualquiera que consiga entrar en Estados Unidos ilegalmente pueda quedarse.
En otras palabras, la perspectiva de una amnistía está fomentando una mayor inmigración ilegal y, en este caso, el tráfico de niños. A menudo criados por sus abuelos u otros familiares debido a que sus padres ya han venido ilegalmente a Estados Unidos, estos niños están viajando solos o con traficantes de seres humanos, denominados coyotes, a los que pagan para conseguir que los niños crucen la frontera.
¿Y qué sucede una vez que están aquí? Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), por ley, el gobierno de Estados Unidos debe asumir la custodia de los “niños extranjeros que no estén acompañados”, que son detenidos por las fuerzas de seguridad y que presenten una solicitud para permanecer en Estados Unidos. Luego, el gobierno contrata instalaciones aprobadas por los estados para cuidar de los niños hasta que los puede colocar en algún hogar de acogida.
Según un juez de Texas que ha revisado numerosos casos de este tipo, el gobierno de Estados Unidos es culpable de fomentar este comportamiento ilegal.
Este juez describió un caso en el que después de poner a un niño bajo custodia, los agentes de Seguridad Interior (DHS) supieron que la madre, que también se encontraba ilegalmente en Estados Unidos, había “instigado esta conducta ilegal”. El DHS llevó al niño con la madre de todas formas, no la demandó y no inició su proceso de deportación. Como indicó este juez, “en lugar de hacer cumplir la legislación de Estados Unidos, el gobierno tomó medidas directas para ayudar a las personas que la violaron”, una conducta por la que cualquier “ciudadano privado sería, y debería ser, enjuiciado”.
Este juez comentó además que:
Al fomentar una atmósfera mediante la cual se anima a los extranjeros en situación ilegal a pagar a los traficantes de seres humanos por nuevos servicios, el gobierno no sólo les está permitiendo financiar las actividades ilegales y perversas de estos cárteles, sino que también está incentivando el que actúen de este modo.
Para hacerse una idea del peligro que afrontan estos niños, basta con leer la tristísima historia de Noemí Álvarez Quillay, una de niña de 12 años de Ecuador. Noemí murió en un centro de detención de México (las autoridades dicen que se suicidó) después de haber sido detenida junto a un traficante con el que trataba de cruzar la frontera cerca de El Paso. Noemí era pobre, pero había estado bien cuidada por sus abuelos en Ecuador después de que sus padres llegaran ilegalmente a Estados Unidos.
Según informó el New York Times:
Ambos abuelos indican que tanto ellos como Noemí eran reacios a su marcha. La señora Guamán (la abuela) comentó que discutió con su hija, la madre de la niña. “Le dije: ‘¿Por qué te la llevas? Está estudiando aquí, le está yendo bien’. Pero mi hija dice que la educación en Ecuador no es buena y que para ella es mejor estudiar allí. Y se llevó a mi Noemí, para que al final ocurriese esto”.
Según el secretario de Seguridad Interior Jeh Johnson, el gobierno ha iniciado una campaña publicitaria para disuadir a los menores de intentar entrar en Estados Unidos de esta forma. “Tenemos que desmotivar a los padres para que dejen de enviar o de enviar a alguien a por sus hijos con el objetivo de cruzar la frontera sur debido a los riesgos que ello implica”.
Sin embargo, ninguna campaña de publicidad puede vencer a los verdaderos incentivos. Y la administración Obama ha puesto en marcha múltiples normativas que fomentan la inmigración ilegal. Su laxo y cada vez más inexistente cumplimiento de nuestras leyes de inmigración ha dado como resultado una caída del 40% en las deportaciones de inmigrantes ilegales en Estados Unidos desde 2009. En cambio, los inmigrantes ilegales que han sido condenados por delitos cometidos ya en Estados Unidos han sido puestos en libertad. El año pasado, uno de cada tres (más de 68,000 delincuentes) fue puesto en libertad.
Resulta interesante que uno de los motivos dados por los niños que intentan cruzar la frontera de Estados Unidos es que están tratando de escapar de la delincuencia y la violencia de las bandas en sus países de origen. Sin embargo, las políticas de la administración Obama están en realidad devolviendo a esos delincuentes a las mismas comunidades en las que es probable que acaben estos niños cuando vengan a Estados Unidos.
Esta es la versión de Obama de unas normativas de inmigración “humanas”.