Por F.L. Paz
La reciente crisis en sudamérica, a causa de la incursión militar del ejército colombiano en Ecuador tuvo resonancia internacional y desembocó en un conflicto diplomático que involucró a Ecuador y a Venezuela hasta llegar al rompimiento de sus relaciones bilaterales con Colombia.
Explícitos avisos, denuncias, avistamientos y hasta coordenadas de campamentos de las FARC en inmediaciones de las fronteras de estos dos países habían sido reportados durante varios meses a las instancias gubernamentales correspon-dientes de Ecuador y Venezuela. Sin embargo, sus gobernantes hicieron caso omiso. Pero, tan controversial incursión militar, además de la muerte de uno de los cabecillas de las FARC, Raúl Reyes, generó comprometedoras pruebas de un supuesto apoyo económico y militar a los terroristas de las FARC por parte de estos dos gobiernos. Presuntas pruebas fueron obtenidas de los computadores personales de Raúl Reyes, estos documentos han puesto en aprietos a los gobernantes de los dos países vecinos.
En la OEA, existe un convenio para la lucha contra el terrorismo que estipula el rechazo y la no colaboración de países con grupos terroristas que atenten contra la democracia. En este caso, el grupo de las FARC, durante más de 40 años han sembrado terror, muerte, secuestro y narcotráfico en la geografía colombiana. Los líderes de este grupo terrorista encontraron una estrategia bastante efectiva, realizar sus ataques en Colombia y huir a cruzar las fronteras para refugiarse en las selvas o tierras de estos dos países. De esta manera, evaden la persecución del ejército colombiano.
La reacción inmediata de los países vecinos al conflicto interno colombiano debería ser el rechazo y expulsión de sus tie-rras, por la vía militar o diplomática, de estos insurgentes y no permitir con beneficiosa tolerancia la presencia de escondidos campamentos guerrilleros en su territorio.
Por lo menos, por ahora, el temor de una posible guerra entre países hermanos, se ha disipado, ya que en la reciente convención de Rio, los presidentes Uribe, Correa y Chávez cambiaron sus ofensivas actitudes y optaron por una reconciliación. Sin embargo, solamente se ha cerrado el primer capítulo de esta controversia internacional, porque habrá repercusiones en las investigaciones de las supuestas evidencias de apoyo a este grupo terrorista.
En realidad, Colombia necesita de sus países vecinos, su colaboración en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico de las FARC. Este grupo terrorista, no puede ser reconocido como un grupo beligerante. Sus actos de barbarie han lastimado y herido por años al pueblo colombiano. El pueblo colombiano los rechaza y en ningún momento los reconoce como un ejército que los representa o lucha por una causa. Las FARC son una amenaza que puede desestabilizar la paz en esa región sudamericana.
F.L. Paz es un escritor colombiano y ex prisionero político de las FARC en las selvas del Amazonas. Tras escapar de sus captores se refugió en EU. Como resultado de esta experiencia escribió "Porque lloran los tucanes. Mi escape," en donde relata su secuestro por parte de las FARC y su obligada convivencia con ese grupo en las Selvas del Amazonas - en el libro da testimonio de secretos oscuros, terrorismo, control de los cultivos de coca y narcotráfico por parte de esa organización, www.flpaz.com.
