Por John Russo, Procurador de Justicia de la ciudad de Oakland
Estos son momentos difíciles para la Ciudad de Oakland. Para salir de un profundo bache financiero, el Ayuntamiento de la ciudad está recortando presupuestos de bibliotecas y museos,
eliminando empleados civiles del departamento de policía, reduciendo obras públicas y haciendo otros recortes de servicios que nuestros residentes necesitan.En medio de esta crisis financiera, un bufete jurídico de Pleasant Hill ha decidido golpear a los contribuyentes de Oakland con una demanda equivalente a un poco más que una extorsión.
La demanda colectiva, iniciada por Mike Rains, un abogado mejor conocido por representar a Barry Bonds, obligaría a Oakland a pagar millones de dólares adicionales por concepto de horas extras a los policías; pero no por patrullar las calles de la ciudad o investigar delitos.
En lugar de esto, la demanda argumenta que los policías de Oakland, meritoriamente entre los oficiales mejor pagados en el estado, deberían ganar más por vestirse, pulir sus medallas y hacer otras tareas menores antes y después de sus turnos.
Si la demanda tiene éxito, los contribuyentes de Oakland estarán en problemas por incalculables millones de dólares por horas extras. No se equivoquen, eso sólo significaría más recortes de servicios importantes.
Uno de los demandantes de la querella, un sargento que gana $115,000 está exigiendo el pago de horas extras por los pocos minutos que pasa leyendo correos electrónicos y haciendo llamadas antes de que inicie su turno. Al mismo tiempo, admite que hace llamadas personales y lee correos personales costeados por el presupuesto de la ciudad.
El mismo sargento maneja un vehículo de la policía desde y hacia su casa en Concord; la ciudad paga la gasolina y las reparaciones. Sin embargo, una vez a la semana, camino a su casa, él invierte alrededor de once minutos en entrega de papeleo y trámites. El está en la corte demandando el pago de horas extras por esos once minutos.
Un veterano testificó que le toma treinta minutos ponerse su uniforme, incluyendo diez minutos para colocarse sus medallas. Un teniente quiere el pago de horas extras por los pocos segundos que invierte en agitar su spray de pimienta antes de cada turno.
Increíblemente, tres de los demandantes principales fueron despedidos por: Uno por amenazar a una pareja de ancianos con su pistola de servicio, otro por ver pornografía durante su guardia y uno más por proporcionar información policíaca de investigación a delincuentes que estaban siendo investigados. Aun así, los abogados de los demandantes quieren que los ciudadanos de Oakland les paguen a estos tres ex-oficiales por el tiempo que invirtieron en ponerse y quitarse sus uniformes.
Seamos claros: los policías de Oakland merecen ser bien compensados por su servicio y por los graves riesgos que tienen en el trabajo. Pero esta demanda es una estrategia desvergonzada, incluso para este bufete jurídico, que ha obtenido ganancias rápidamente con las enormes cuotas que cobra por pelear la reforma policíaca y las medidas de contabilidad en Oakland. Hasta el momento Oakland ha gastado $317,000 defendiéndose de esta demanda. Quizá ese dinero pudo haber mantenido algunos bibliotecarios en la nómina.
La demanda también sirve como punto de discusión entre el sindicato de oficiales de la policía y la ciudad en una época en la que ambos lados están unidos para contratar más oficiales y mejorar la seguridad pública. Desafortunadamente, el sembrar discordia entre la ciudad y sus oficiales de policía, a expensas de los ciudadanos de Oakland, ha demostrado ser un buen negocio para ciertos abogados.
Los policías de Oakland son mejores que este tipo de demanda barata. Al darse cuenta de la naturaleza ridícula de la demanda, algunos oficiales la han abandonado. El sindicato de policías debería seguir su ejemplo y lavarse las manos con respecto a esta demanda que es tan vergonzosa para los oficiales como costosa para los contribuyentes.