Los jefes sindicales están entusiasmados por haber impedido que sus miembros obtengan aumentos salariales ---
Es bastante alucinante, pero eso es lo que ha sucedido. Hace unas semanas, el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) celebró la derrota de un proyecto de ley en el Senado que habría permitido aumentos salariales, afirmando que la legislación habría despojado a los trabajadores de sus “derechos fundamentales”. El blog del sindicato animaba a tuitear y a compartir “las buenas noticias” en Facebook.
La ley RAISE (Recompensa por Logros e Incentivación de los Empleados Exitosos), presentada este año por el senador Marco Rubio (R-FL), elevaría el techo salarial de los trabajadores sindicados al permitir que los empleadores pagasen a los trabajadores de forma individual más (pero no menos) de lo que especifica el contrato sindical. Fue derrotada por 54 a 45 en voto siguiendo la disciplina de partido.
Cuando se está en un sindicato, los aumentos salariales normalmente son a todos o nada. No están necesariamente prohibidos; los sindicatos sólo tienen que refrendarlos. Sólo un 20% de los contratos sindicalizados permiten aumentos salariales según el desempeño, menos de la mitad de la tasa en empresas sin sindicatos. Esto significa que el 80% de los trabajadores no pueden obtener un aumento salarial de forma individual por hacer bien su trabajo, pues el aumento salarial debe ser negociado para todos los trabajadores. Ciertamente, eso elimina el incentivo de esforzarse, puesto que no existen los extras por desempeño o siquiera los aumentos salariales por méritos.
En cambio, los sindicatos normalmente basan el sueldo en la antigüedad y las clasificaciones laborales, no en la iniciativa o la productividad individuales. Los trabajadores no pueden negociar individualmente un aumento salarial. Por ley, los miembros de un sindicato que trabajan duro obtienen el mismo sueldo que aquellos que flojean.
La ley RAISE, que aún tiene que pasar una votación en la Cámara de Representantes pero que ha sido presentada ante esta por el representante Todd Rokita (R-IN), facilitaría que el 2.8 millones de mujeres y 4.8 millones de hombres ganasen mayores sueldos mediante su iniciativa individual. La investigación de la Fundación Heritage indica que si el Congreso aprobara la ley RAISE, el salario promedio de los miembros de los sindicatos podría aumentar entre $2,700 y $4,500 al año.
Pero los jefes sindicales no quieren eso. Quieren conservar los acuerdos de negociación colectiva que mantienen bajos los sueldos de los miembros sindicalizados.
“Los acuerdos de negociación colectiva están previstos para impedir que los empleadores tomen decisiones arbitrarias sobre los sueldos”, comentó la presidenta internacional del SEIU, Mary Kay Henry. La palabra “arbitrario” puede tener connotaciones negativas, significando a menudo que alguien tomó una decisión que no estaba basada en la realidad. Pero realmente, ¿qué trabajador se preocuparía si su jefe decidiera “arbitrariamente” darle un aumento salarial? Probablemente no lo discutiría demasiado.
Algunos empleadores lo han intentado, pero la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo (NLRB) derriba los intentos de subir los sueldos sin el permiso de los sindicatos. El Centro Hospitalario de Brooklyn premió a sus mejores enfermeras con $100 en cheques regalo; la NLRB comunicó al hospital que los interrumpiese y que desistiera de darlos. La compañía Register Guard Publishing dio una comisión extra a los empleados que vendieron unos contratos de publicidad que la empresa quería promocionar. La NLRB también ordenó que dejase de hacerlo.
¿Por qué? Porque los empleados que ganan un sueldo según su desempeño no necesitan un sindicato. ¿Por qué un trabajador que gana más que la tasa sindical pagaría cuotas a un sindicato?
Ellos prefieren, en palabras del presidente de los Teamsters Jimmy Hoffa, que “los acuerdos de negociación colectiva creen estándares uniformes para todos los empleados”.
Esto tiene incluso menos sentido debido a que el sueldo por desempeño también ayudaría a los empleadores. Aumenta la satisfacción laboral de los trabajadores (una de las razones por las que las empresas lo ofrecen cada vez más) e incrementa la productividad de la empresa. De hecho, las empresas pueden pagar más a sus trabajadores cuando la empresa es más productiva y rentable, de modo que premiar la productividad crea un ciclo positivo.
Los empleos de más rápido crecimiento son los que requieren habilidades individuales: especialidades profesionales (ingeniería, informática y enfermería), los empleos ejecutivos y de dirección (como en el caso del mercadeo y administración de recursos humanos) así como empleos técnicos y de ventas. Las desfasadas leyes laborales de Estados Unidos, que ignoran la iniciativa individual, no atraen a los trabajadores de la economía moderna. ¿Es acaso una sorpresa que miles de miembros de los sindicatos huyeran de estos cuando el gobernador Scott Walker (R) les abrió las puertas en Wisconsin?
En efecto, la ley federal limita los sueldos de 7.6 millones de trabajadores de clase media. Lo cual no tiene sentido. Incluso el presidente Obama ha comentado que:
“Creemos en el mercado libre, creemos en el capitalismo, creemos en que la gente se haga rica, pero creemos en que la gente se haga rica según su desempeño y lo que añaden en términos de valor y los productos y servicios que crean”.
En un difícil momento para la economía, los trabajadores están buscando oportunidades y muchos están luchando para ser premiados por su duro trabajo. Es el momento de que los jefes sindicales dejen de bloquear sus iniciativas.