La niña se desliza con gracia de la escalera eléctrica en la estación BART con su largo bastón blanco. Ya abajo se ríe y dice “Es muy gracioso” mientras la gente la mira con asombro. Para todos los presentes en la estación esa noche que creían que las personas invidentes son dependientes e indefensas, sus actitudes cambiaron al ver como esta pequeña niña se movía tan fluida e independientemente.
La primogénita de Graciela Tiscareno-Sato nació después de 25 semanas
de gestación, pesando sólo un poco más de una libra. Graciela y el padre de la bebé, Genro, sólo podían rezar para que sobreviviera.“La llamamos Milagro”, comenta Graciela. Los doctores le habían dicho que no tuviera esperanzas de que la bebé iba a sobrevivir, pero lo hizo. “Fue un milagro que naciera”, comenta Graciela. Aunque la pequeña Milagro nació, su nacimiento prematuro la dejó sin vista. Graciela señala que estaba en shock pero que no quiso tener un miedo permanente. A través de la Fundación de Bebés Invidentes en Oakland, Graciela conoció a adultos invidentes y vió un futuro positivo para Milagro. “Solicité su ayuda (de la organización) y empecé a ver que la ceguera no los limita ni los define”, señala Graciela.
Ahora, siete años después, Milagro disfruta esquiar, leer y escribir en Braille, toca el trombón y ha desarrollado una sorprendente rutina en su trapecio en el salón familiar. Ella disfruta de la gimnasia y está aprendiendo a bailar. La familia no sólo ha tenido éxito al criar a una niña segura, sino que también están inspirando a otras familias a dejar que sus niños con discapacidades sean simplemente niños.
“Mientras nuestra hija crece y aprende a navegar en el mundo de manera independiente, menos nos preocupamos por ella y la manera en que crecerá”, comenta Graciela.” Por el contrario, nos preocupamos por la gente que ella encontrará y que intentará limitar lo que ella puede hacer por sí misma y lo que puede alcanzar. Queremos disipar la ignorancia difundida existente con relación la tema de la ceguera en nuestra sociedad”.
Graciela afirma que quiere escuchar menos comentarios de lástima cuando la gente ve a Milagro caminando con su bastón. En vez de ‘mira, pobrecita la niña no puede ver’, quiere escuchar comentarios como “¡Oh! ¡Miren qué independiente es a tan corta edad!”
La familia tiene una meta ambiciosa: para cuando su hija se convierta en adulta, hacer de sus comunidades lugares donde la mayoría de la gente esté educada sobre los éxitos de las personas invidentes y la normalidad de sus vidas. Genro afirma, “Queremos mostrarle al mundo que la ceguera puede dejar de ser una inconveniencia. Una incapacidad física no necesita definir o limitar a nadie”.
Graciela afirma que Milagro no le teme al fracaso. “Ella ha tenido muchos ejemplos de éxitos personales como una persona independiente”, asegura. La independencia de Milagro, y la falta de dependencia, ofrece lecciones de humildad a las personas que pueden ver. Pero la meta de Graciela y Genro es simplemente cambiar la perspectiva que tiene la gente cuando ve a Milagro y a otras personas invidentes. “Lo que verán serán personas intensamente independientes que por casualidad son invidentes”.
Para contar su historia, la familia Sato ha creado un DVD que muestra, por medio del ejemplo, porqué es crítico para las familias (y los educadores) desistir del impulso de proteger a los niños con discapacidades. El DVD se encuentra disponible en www.babymilagro.org/dvd. Las ganancias van directamente al fondo para los estudios universitarios de Milagro. La familia dona el diez por ciento de las ventas a la Fundación de Bebés Invidentes y a la Asociación de Padres de las Personas con Discapacidades Visuales en California. Estas dos organizaciones les brindaron servicios en los primeros tres años de vida de Milagro.