Wed22May2013

Hasta que sangres

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Elena Miramar Print Email
 Hace cinco años una balacera cambió la vida de una joven latina (Caheri Gutierrez) y su familia.
 
Una historia inspiradora del drama del crimen en Oakland ---  

Hace cinco años una balacera cambió la vida de una joven latina y su familia. Sin embargo, la balacera no cambió Oakland – fue un ejemplo más de la violenta realidad de la ciudad. El crimen en Oakland y los disparos que Caheri Gutierrez recibió son el tema de un nuevo y cautivador libro, llamado ‘Hasta que Sangres’ (‘Until You Bleed’).

El libro comparte la vida de Gutierrez, a quien le dispararon en el rostro cuando estaba sentada dentro de un auto en la intersección de las calles 98th y San Leandro. Esa noche, Gutierrez de 18 años casi murió y pasó un mes recuperándose en el Hospital Highland. Tuvo que pasar por varias cirugías para reconstruir su rostro, lo cual ella admite definía mucho de su vida antes de recibir los disparos – haciendo trabajos de modelo y llevando una vida de fiestas. Como el libro relata, la recuperación física y mental de Gutierrez la guió a un nuevo camino en su vida por lo cual ahora ella esta agradecida.

Portada (a la izq) del libro Until You Bleed. A la derecha Caheri Gutierrrez como luce actualmente.El autor del libro, James O’Brien, ve la historia de Gutierrez como parte de la historia de Oakland. “Como Gutierrez, Oakland es bello y está herido, incapaz de dejar atrás su pasado e incierto de su futuro”, escribe. En el libro,  O’Brien nos da un resumen de la historia y transformación de Oakland, y un comentario crítico del crimen violento en la ciudad. Analiza y discute el crimen y el trauma con el que los residentes de Oakland viven. Ofrece un punto de vista muy razonado de la vida en Oakland mientras que detalla los esfuerzos y errores de la gente y de los líderes de la ciudad al no hacer ningún progreso con respecto al crimen violento.

O’Brien se refiere a los disparos que recibió Gutierrez como un ejemplo de lo que el describe como “el nuevo Código del Oeste, el cual de ninguna manera prohíbe o al menos desaprueba el disparar a mujeres o niños desarmados”.

El libro incluye comentarios del Capitán de la Policía de Oakland Paul Figueroa sobre los errores de la policía en las partes más violentes de la ciudad. “Se tiene el sentimiento de que la policía llega, detienen a personas, no encuentran nada, y los traficantes están todavía allá afuera. Así que hay un sentimiento real de inefectividad”.

Figueroa se crió en el Este de Oakland, cerca de la calle High, hace treinta años. “No ha cambiado mucho”, comenta respecto al área y su crimen.

Gutierrez se crió en lo ‘Profundo’ del Este de Oakland. A pesar de vivir en un vecindario peligroso, ella era una estudiante ejemplar, quien ganó premios académicos y estaba en camino de recibir una beca para ir al colegio y recibir una valiosa educación profesional. En la preparatoria, era una atleta estrella, pero cuando ocurrió lo de los disparos, Gutierrez había sido expulsada de la escuela y llevaba una vida de fiestas sin objetivos.

“Cuando eres joven y estas en Oakland”, menciona Gutierrez, “es una moda ser malo, es una moda fumar, tu sabes, que nada te preocupe, no lo sé, es estúpido. Quieres ser rudo; quieres estar en las calles. No iba a la escuela, llegaba a casa, no hacía nada, solo me relajaba, solía fumar demasiada mariguana, y no hacer mucho”.

La historia de Gutierrez es inspiradora e importante no solo porque ella superó una terrible lesión que la condujo a una vida productiva. Su honestidad sobre cómo sus decisiones personales la llevaron a ponerse en la línea de fuego es lo que hace de su historia algo muy valioso para la gente joven.

En el libro, Gutierrez atribuye que su vida haya tomado un rumbo malo a tener demasiada libertad, demasiado tiempo libre, lejos de una madre que trabajaba tiempo completo como mesera en un restaurante mexicano. Ella admite que vivía una vida negligente e irresponsable, y sin preocuparse de las otras personas o de ella misma. Admite que era grosera con su madre, que muchas veces no llegaba a casa o no iba a la escuela. No estaba respetando los talentos físicos y mentales que le fueron dotados y que ya lo había demostrado con mucho éxito.

En el hospital, reflexionando sobre su rostro y vida perdida, Gutierrez dice que sintió el deseo de regresar a sus días de logros.

“Soy muy inteligente”, menciona. “He logrado muchas cosas en la vida, pero mi cara, esa parte de mi vida estaba acabada, eso de ser fiestera, ese modelaje, eso de no hacer nada (había teminado)”.

Gutierrez recibió ayuda crucial de la organización no lucrativa Youth ALIVE!, que provee apoyo emocional y practico a los jóvenes víctimas de la violencia, usualmente esa ayuda empieza justo en las camas de los hospitales. Localizada en Oakland, Youth ALIVE! cree que los jóvenes urbanos tienen la capacidad de detener la violencia en sus comunidades. La organización promueve el liderazgo y habilidades de los jóvenes afectados por la violencia con la finalidad de salvar vidas.

Tammy Cloud, una especialista de Youth ALIVE!, fue asignada para ayudar a Gutierrez, quien llama a Cloud su “ángel guardián”. Cuando hubo una vacante de trabajo en Youth ALIVE!, Cloud sugirió a Gutierrez solicitar el trabajo. Ella obtuvo el trabajo como Educadora de Prevención del Crimen y ayuda a entrenar a estudiantes del Este de Oakland a ser líderes y educadores de otros jóvenes. Gutierrez ha encontrado un propósito al ser consejera y guía de los estudiantes.

Gutierrez, ahora con 22 años aun trabaja con Youth ALIVE!, y recientemente le ofrecieron oportunidades de ser oradora con paga. En su blog, valientemente escribe que agradece a quien le disparo por ayudarla a regresar a un camino de éxito en la vida. Con su aceptación madura del acto violento, ella quizás no considera la balacera como un evento casual, pero si un acto muy firme del universo para ponerla de nuevo en un camino sobre el cual ella pudiera darse cuenta de su potencial y tener un impacto significativo en el mundo.

Gutierrez actualmente vive en Hayward, pero regresa al Este de Oakland regularmente, aun a la calle en donde le dispararon, para trabajar con estudiantes.

“Allá”, menciona, “me siento como en casa, me siento cómoda. Me encanta Oakland, porque formó a una persona fuerte”.