El Museo Mexicano ubicado en San Francisco está atravesando un momento difícil. La mesa directiva consta de nueve miembros bajo la dirección de su director actual el señor David De La Torre.
Desde su fundación el Museo Mexicano ha estado en condición nómada, sin un lugar fijo. Actualmente existen alrededor de 14,000 obras que están guardadas en arcas y archivos, escondidas al público por falta de espacio, en su actual localidad en el Fort Mason, desde 1982.
En el pasado han roto suelo tres veces como parte de inauguración, mas sin éxito, la organización continua sin un lugar propio.
Otras etnias han logrado construir sus propios museos, entre ellos la fundación de judíos, los afroamericanos, los asiáticos, la sociedad de arte moderna y otros más. Sin embargo el Museo Mexicano continúa en espera.
Por décadas los Latinoamericanos en general han aguardado su turno u oportunidad, y sus directivos han sido incapaces de reunir los fondos monetarios para poder contar con un espacio permanente.
Roberto Hernández, líder, activista y organizador de “Amigos del Museo Mexicano” expresó recientemente “Hemos negociado con un desarrollador un trato de 36 millones de dólares que nos ofrece cuatro pisos de un proyecto a ser construido en la cuadra Jessie con la compañía Millenium Partners, quienes han ofrecido cinco millones de su propio bolsillo”.
La comunidad latina debe saber que es una oportunidad que no se puede pasar por alto, ya que si no sucede esta vez, quizás no sucederá nunca. Existen otras organizaciones que le han puesto el ojo, y que están dispuestas a lanzarse con todo por ese mismo espacio.
A simple vista parece un hecho, y básicamente todo transpira y marcha viento en popa, mas existen una variedad de opositores al proyecto, partiendo con unos residentes del edificio “Four Seasons”, quienes claman que su “vista” será obstruida. Otros reclaman que el edificio es muy alto y que cubrirá con sombra sus hogares.
En el recién pasado 23 de mayo del año en curso se llevó a cabo una audiencia en la alcaldía municipal de San Francisco, en donde se presentaron los pros y los contras al proyecto de la construcción del edificio ante un panel de la comisión de planificación de parques y diversión, de la ciudad y condado de San Francisco, California.
En dado momento varios ciudadanos alzaron su voz de apoyo y de protesta, cada quien con su propia agenda e interés en mente. Algunos llevaron sus propios abogados como indicativo al nivel de seriedad de su oposición.
El edificio de 47 pisos a ser construido en la esquina de las calles Tercera y Mission, ha causado controversia, al punto de solicitar todo tipo de apoyo, observando las medidas legales y estratégicas concernientes al nuevo edificio.
Entre las decenas de invitados a opinar, el artista local Víctor Zavala expresó que “varias obras de arte, tanto tradicionales como modernas necesitan un lugar de exhibición.”
El presidente de la Cámara de Comercio Centroamericana dijo: “Todos (etnias) tienen su propio, ya es hora que también tengamos el nuestro”.
“Ha sido el sueño por muy largo tiempo” opinó el señor Arturo Argueta, refiriéndose a su apoyo en pro de la oportunidad de tener un Museo Mexicano.
El presidente de la cámara de comercio salvadoreña, Víctor Reyes, clamó: “es de vital importancia, critica a la comunidad latinoamericana, contar con un sitio permanente”.
Por otro lado uno de los opositores, especificó con claridad que su oposición al proyecto no tenía ningún tipo de referencia al Museo Mexicano, agregando que era un insulto a su persona que se insinuara que la oposición era en contra del Museo, ya que la naturaleza de su contra es estrictamente por la sombra que causaría el edificio, al ser residente permanente del edificio en proximidad “Four Seasons”.
Otros alegaron que el Museo Mexicano “está bien” donde esta con un presupuesto mucho más bajo, de 7 millones, en comparación a un presupuesto de aproximadamente 40 millones anuales.
Dentro de la variedad de tonos, hubo una que lanzó una sombra de reflexión entre los presentes, al referirse a otros proyectos en el pasado, los cuales no causaron oposición alguna, entre ellos el edificio de 1,070 pies de altura (más del doble que el propuesto) llamado Transbay Transit Tower.