Por Madeleine Bair
Para Rosalva Contreras Chirino, hablar sobre las tradiciones familiares es angustiante. Cuando piensa acerca de su niñez en una empobrecida colonia de la Ciudad de México, recuerda el terror que vivió al ser testigo
en varias ocasiones de las peleas entre sus padres. Cuando eso pasaba, ella escapaba a la casa de algún familiar para pedir ayuda, pero cualquier intervención era cuestionable. “En todas las familias que yo conocía había violencia,” ella recuerda.
“Era algo natural.”Años después Chirino recordó esos momentos cuando su hija de tres años fue testigo de como su esposo la golpeaba tal y como ella fue testigo de las peleas de sus padres. Dándose cuenta de que la violencia doméstica continuaría el ciclo destructivo con sus hijos, Chirino decidió hacer un cambio en su vida, no tanto por su propio bien sino por el de sus hijos. “No,” Chirino pensó. “Yo no quiero que en mi hija se repita esto. Romper la cadena es mi responsabilidad.”
Esa decisión fue hecha después de sufrir por 20 años el abuso psicológico, verbal y físico de parte de su esposo y padre de sus cuatro hijos. Esa decisión fue el principio del largo y desafiante camino de Chirino, camino del cual al final salió triunfante de la violencia doméstica. Actualmente divorciada y dueña de un pequeño negocio en el vecindario de Fruitvale en Oakland, Chirino habla de su experiencia con la esperanza de motivar a otras mujeres a “romper la cadena.”
Estaba en un error al creer que él tenía que cambiar,” dice Chirino acerca de su ex-esposo. “Finalmente me dí cuenta que la que tenía que hacer un cambio inmediato era yo.” Una razón por la que Chirino piensa que fue muy difícil tomar la decision es porque no tenía modelos de familias funcionales o de mujeres que dejaban relaciones abusivas. Donde ella creció en México, la violencia doméstica “era aceptada culturalmente,” mencionó.
Pero la violencia en contra de las mujeres no es única de la sociedad mexicana, de acuerdo con la profesora María Ochoa de la Universidad Estatal de San Jose. “La realidad es que las mujeres son abusadas a través de vías culturales, sociales y religiosas,” dice la Dr. Ochoa, quien editó la reciente antología, Shout Out: Women of Color Respond to Violence.
Ella señala tres factores que influyen en las mujeres inmigrantes a no dejar relaciones abusivas: dependencia financiera del marido, el temor de buscar ayuda por parte de las autoridades por ser indocumentadas, y la carencia de servicios que reflejen el idioma y cultura de las inmigrantes.
Así fue el caso de Chirino, quien no hablaba ingles y no conocía a nadie fuera de su familia cercana cuando ella, su esposo y sus hijos se mudaron al Area de la Bahía. “Recuerdo la paliza de la que fui víctima aquí,” Chirino recuerda con lágrimas en los ojos. “Fui con el vecino para que llamara a la policía. La policía vino pero casi se van sin hacer nada porque no me entendían.” Chirino los detuvó temerosa de que su esposo se diera cuenta de que había hablado a la policía y le propinara otra golpiza. “Creo que se dieron cuenta de mi desesperación.”
La dejaron recoger sus pertenencias, alistar a sus hijos y la llevaron a un refugio para mujeres maltratadas. Chirino permaneció en el refugio del Este de la Bahía por meses. De allí, ella fue a una iglesia donde le ayudaron a encontrar trabajo. Ella señala que la combinación de libros, sus hijos, grupos de apoyo y trabajadores sociales fueron la inspiración que la ayudó a entender a fondo su relación abusiva y encontrar la confianza para dejarlo.
“Esto no habría pasado sin ayuda,” dice ella. “Considero que cada persona que me ha brindado apoyo es una manera en la que Dios me ha hablado para decirme, tú no estás sola.”
Mitos y realidades de la violencia doméstica
- La violencia doméstica solo ocurre en un pequeño porcentaje de relaciones: Estimados reportan que la violencia doméstica ocurre en un ¼ a un 1/3 de todas las relaciones íntimas.
- Las mujeres también abusan de los hombres: Aunque esto es cierto, en un 95% de los casos de relaciones heterosexuales, los hombres son los que abusan de las mujeres.
- Las mujeres abusadas son masoquistas/locas/débiles/o disfrutan de ser abusadas: Esto pone el peso de la culpa por ser abusadas en las sobrevivientes, y falla en hacer responsables a los abusadores por su elección de ser violentos con sus parejas. Nadie disfruta por ser abusado, sin importar cuanto esa persona ama a su pareja.
- Las mujeres de la clase media y/o de la clase alta no son abusadas tan frecuentemente como las mujeres pobres: La violencia doméstica ocurre en todos los niveles sociales. Por que las mujeres con dinero usualmente tienen más accesos a recursos, las mujeres mas pobres tienden a usar los servicios de la comunidad, y por esa razón son mas visibles.
- Mujeres de color y mujeres inmigrantes son abusadas más frecuentemente que las mujeres blancas: La violencia doméstica ocurre a través de todas las comunidades sin importar la raza, edad, nacionalidad, orientación sexual, estado económico o educación.
- Abusadores son violentos en todas sus relaciones. Abusadores “pierden el control” y se vuelven violentos: Abusadores eligen ser violentos con sus parejas en formas de que nunca considerarían hacerlo con otras personas. La violencia doméstica es el uso del control por parte de los abusadores, no la perdida del control. Sus acciones son bien deliberadas.
- El alcohol/drogas causan el comportamiento abusivo: Aunque muchas parejas abusivas también abusan del alcohol y/o las drogas, esta no es realmente la causa del abuso. Muchos abusadores usan el alcohol/drogas como excusa para explicar su comportamiento abusivo.
- Abusadores también abusan de sus niños: No todos los abusadores son físicamente abusivos con sus niños. Pero de todos modos niños que viven en hogares con violencia doméstica experimentan abuso emocional y sicológico cuando un padre es violento contra el otro.
- Una vez una mujer abusada, siempre una mujer abusada: Mientras algunas mujeres abusadas han estado en mas de una relación abusiva, mujeres que reciben servicios de violencia doméstica son menos propensas a tener otra relación abusiva.