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Riesgo vs. recompensa:

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26 September 2009 Robert Gronke Print Email

Experiencia de un turista en la ciudad de México --

Cerca del Zócalo, el corazón de la ciudad de México, hay un reloj registrando la cuenta regresiva para la celebración del bicentenario de la Independencia de México que se llevará a cabo en septiembre del 2010. Recientemente viajé a la ciudad de México y me gustaría hacer otro viaje antes de que el reloj

marque cero, y quizá a usted también le gustaría hacerlo.
 
Un viaje a México significa buena comida, la fiesta visual de un despliegue de frutas exóticas y artesanías en innumerables mercados y arte que va desde colonial hasta contemporáneo. A mayor escala se encuentran los magníficos bulevares y los cautivadores callejones. Hay encantadoras casitas y enormes instalaciones comerciales construidas con un diseño espectacular.
 
Sin embargo, un viaje a México también podría traer a la mente la influenza porcina y la amenaza de delitos menores o incluso mortales.
 
En mi viaje a la ciudad de México degusté la comida y estuve embelesado con las antigüedades y la arquitectura. También puse atención en los riesgos de viajar en una ciudad con 20 millones de almas. En cualquiera de las grandes ciudades del mundo uno está expuesto a muchos tipos de riesgo. ¿Puede uno disfrutar de la ciudad libremente o sería más feliz permaneciendo en casa? Basado en mi experiencia, los riesgos en la ciudad de México son controlables y la recompensa es enorme.
 
Primero hablemos de los riesgos.
 
Tomemos en cuenta la influenza porcina. Recordamos las imágenes en los noticieros: miles de personas usando cubre bocas azules mientras caminaban por las calles de la ciudad como personajes de alguna película de suspenso y ciencia ficción. Pero ¿cómo es ahora?

Debí haber visto decenas o cientos de miles de rostros durante los cinco días de mi estancia en la ciudad de México, pero vi muy pocos cubre bocas. Los dispensadores de desinfectante para manos son comunes en lugares como restaurantes y vestíbulos de hotel, pero no noté que la gente los utilizara. Más claramente, la gente no parecía estar renuente a estrechar sus manos, a darse un abrazo o un beso al saludarse. Afortunadamente, la gente no ha permitido que el miedo cambie sus hábitos tradicionales de expresarse cálida y físicamente.
 
En México el crimen es una amenaza mucho mayor que la influenza porcina. A pesar del peligro potencial, miles de personas escogen visitar México, por ello tiene sentido considerar la situación de criminalidad desde un punto de vista práctico.
 
Cualquier turista en una ciudad grande tiene que estar consciente de la posibilidad de convertirse en una víctima del crimen. Cerramos nuestros autos y mantenemos nuestras mochilas y bolsos cerca de nosotros cuando estamos en el autobús o caminamos por calles concurridas. Estamos al pendiente de quién está a nuestro alrededor y ponemos mucha más atención en calles solitarias por la noche. Nos sentimos más seguros en un museo o en un sitio turístico abarrotado al medio día que cuando salimos de un bar a la hora en que éste cierra. Estas cosas también son un hecho en la ciudad de México. Usted decide lo que quiere hacer y en dónde quiere estar, y usted sabe que algunas de sus elecciones serán más riesgosas que otras.
 
Una escritora que conozco ha vivido en la ciudad de México durante varios meses reuniendo material para su próximo libro. Por lo regular se siente segura pero toma algunas precauciones. Por ejemplo, retira dinero efectivo de cajeros automáticos en tiendas de abarrotes en vez de utilizar cajeros más públicos cerca de los bancos. Generalmente no lleva consigo tarjetas de crédito o débito; sería mejor perder una cantidad limitada de efectivo que arriesgarse a tener que pasar por el inconveniente de cancelar tarjetas de crédito, o aún peor, de ser forzada por un ladrón a retirar dinero de un cajero automático. Ella conoce a una persona que pertenece a su círculo de amigos y conocidos que ha sido asaltada.
 
Usted verá mucho más personal de seguridad armado en la ciudad de México que el que verá en el Area de la Bahía. Eso es tanto tranquilizador (estoy protegido) como un poco alarmante (¿por qué es necesaria tanta seguridad?). Desde mi punto de vista, el personal de seguridad con sus armas de alto calibre no me pareció inquietante. En el mundo hay un problema con el crimen y el terrorismo. He visto personal militar completamente armado en la Terminal Grand Central en la ciudad de Nueva York. También en Israel, además del cuerpo policiaco altamente armado y los soldados patrullando las calles, hay un número sorprendente de comerciantes que llevan una pistola en sus cinturones. En general, en la ciudad de México la cantidad de personal de seguridad es notable para una persona que vive en California, pero a mí no me pareció desconcertante o fuera de lo ordinario.

Cuando usted va a los sitios más importantes en la ciudad de México, los que seguramente usted no quiere perderse, encontrará que habrá un gran número  de personas además de personal de seguridad. Probablemente el peligro más grande son los ladronzuelos de carteras. Por ejemplo, en el metro me sentí bastante seguro, excepto por la posibilidad de que alguien robara mi cartera. 

Ciertamente no quiero sugerir que los turistas tengan que apegarse a las principales rutas turísticas para sentirse seguros. Durante mi estancia, visité varios lugares en los que me sentí perfectamente seguro, fueron bastante interesantes, y no son altamente visitados por turistas.

Tal es el caso de la Plaza Romita ubicada a una o dos calles de la estación Cuauhtémoc de la línea 1 del metro. La plaza es pequeña y muy bonita, y muestra el lado tranquilo e íntimo de la ciudad. Si sigue a través de la plaza y camina tres o cuatro calles hacia el sur encontrará el Jardín Pushkin y Avenida Alvaro Obregón, el corazón del seductor distrito llamado Roma. Hay un tianguis grande que se pone los domingos en el Jardín Pushkin, con todo su verdor y sus fuentes, el tianguis tiene una sección de antigüedades y arte. Hay variedad de hoteles y, nuevamente, me sentí completamente seguro y cómodo caminando por el distrito.

Más hacia el sur se encuentra el vecindario Coyoacán con sus hermosas calles estilo colonial y vibrantes lugares públicos. Cortez tuvo una casa en esta área siglos atrás.

Jardín Centenario y Plaza Hidalgo están adyacentes uno al otro y facilitan una maravillosa variedad de cosas para ver y probar. La Parroquia de San Juan Bautista frente a la Plaza Hidalgo fue establecida por los Franciscanos en el Siglo XVI. La mañana que visité la iglesia hubo un bautizo. Al finalizar, la familia llenó la iglesia de apropiadas pero raras notas del Coro de  Aleluya acompañando al órgano.

A unas calles se encuentra el destacado y popular Museo de Frida Kahlo. Vale la pena visitarlo solo para ver los cuartos en los que ella y Diego Rivera vivieron, trabajaron y compartieron con sus numerosas visitas. También hay galerías exhibiendo su arte, sus cartas y sus recuerdos.

En el cercano vecindario de San Angel, el sábado se pone un mercado de arte en la Plaza del Carmen. Valientemente crucé la concurrida Avenida Revolución para visitar el Museo del Carmen, localizado en un monasterio construido en el Siglo XVII que alberga una gran colección de arte colonial, y una muy bien cuidada cripta con los restos momificados de personas que seguramente fueron frailes o benefactores del monasterio. Un deleite inesperado fue el jardín al fondo del edificio principal. Lo que seguramente pudo ser un huerto en épocas pasadas, durante mi visita fue como encontrar un oasis increíblemente tranquilo en medio del bullicioso vecindario.

Hablando de cruzar las calles, prevengo a mis amigos californianos que los peatones no reciben la cortesía que reciben de los automovilistas aquí. Considerando que el tráfico es terrible en la ciudad de México, los conductores mexicanos resultan sorpresivamente corteses. Si no fuera por su rapidez y estado de alerta, creo que no podrían estar en el camino por mucho tiempo. El tráfico es fluido y caótico. Se recomienda ser extremadamente precavido al cruzar las calles. Las pautas de tráfico son diferentes a lo que estamos acostumbrados en el Area de la Bahía. Hay muchas glorietas y caminos en círculos que se interceptan en ángulos raros. Hay menos señalamientos de tráfico de los que estoy acostumbrado y algunas veces se requiere de una cuidadosa observación para determinar que señalamiento corresponde a que calle. Un señalamiento de tráfico curioso: en algunas intersecciones, la figura del peatón se muestra con una figura de una persona corriendo por su vida, en lugar de la imagen estática que estamos acostumbrados.

Conducir en la ciudad de México es un dilema. A través de los años y muchos viajes, he conducido en Paris, Warsaw y Tel Aviv. Estoy orgulloso de esos logros. Sin embargo, no manejaría en la ciudad de México, a menos que absolutamente tuviera que hacerlo. El tráfico es muy pesado casi todo el tiempo y las pautas son completamente diferentes y complejas, incluso para alguien que maneja en Oakland.

Afortunadamente, usted no tiene que manejar para ir de un lado a otro. La escritora que conozco, ella toma taxis con regularidad. Sin embargo, me previene que los taxis de sitio son más seguros que los que se toman en las calles, pero son un poco más caros. También recomienda que si tus instintos te dicen que hay una situación insegura, deberías estar alerta y no tomar riesgos.

El metro es una excelente opción para viajar largas distancias con verdaderamente poco dinero. El pasaje es solo 15 centavos de dólar. Las direcciones son claras y los trenes y estaciones están en excelente condición.

Finalmente, debería mencionar la posibilidad de organizar el uso de una camioneta tipo van con el hotel en el que estén hospedados. Durante mi viaje, seis de nosotros quisimos ir a cenar a un restaurante que se encontraba a una distancia considerable del hotel, así que los empleados del hotel llamaron al servicio de una van, la cual llegó en aproximadamente 15 minutos. Todos pudimos ir de una manera segura y económica y nos recogieron del restaurante a la hora que lo solicitamos.

Hay varias aerolíneas que salen del Area de la Bahía hacia la ciudad de México. Mexicana, la aerolínea en la que viajamos, proporcionó un buen servicio. La aerolínea sirvió bebidas y comida de manera eficiente y el personal fue amigable y competente en ambos idiomas (inglés y español).

La expresión “bienvenidos a casa” (en ambos idiomas inglés y español) fue usada por algunas personas al recibir a nuestro grupo del Area de la Bahía. Tan sincera y cordial como fue la bienvenida, tuve la sensación de que los funcionarios de turismo han fomentado el uso de esa particular bienvenida. Pensé un poco al respecto y creo que el saludo y bienvenida es perfectamente natural y apropiado. En nuestro grupo todos éramos del Area de la Bahía, y varios nacidos en México, por lo que el saludo tenía un significado más profundo para ellos. El saludo también conmovió a aquellos de nosotros que no tenemos ascendencia Hispana, pero que vivimos en California. El clima, el paisaje, los nombres, la comida y la historia, todo conecta a California con México de manera profunda. Por ello cualquier californiano de alguna manera va a casa cuando llega a México. De muchas maneras el mundo se está haciendo pequeño, y aquellos de nosotros  que vivimos del lado sur-oeste de Norteamérica compartimos y tenemos muchas cosas en común.