La alegría de ver a su hijo graduarse de abogado en 1999, llevó a Catalino Tapia, un jardinero de Redwood City, a crear una fundación para ayudar económicamente a estudiantes, lo que le ha valido numerosos reconocimientos.
En diciembre pasado ganó un premio de 100,000 dólares, denominado en inglés como el "Purpose Prize", que es entregado a personas con más de 60
años de edad que se dedican a mejorar las comunidades.Y el mes pasado recibió la medalla Thomas Jefferson, que según la fundación del mismo nombre es una especie de premio Nobel a nivel nacional para personas que se distinguen en el servicio comunitario.
"Cuando mi hijo, Noel, se graduó de abogado de la universidad de Berkeley, a toda la familia nos dio tanta alegría que fue ahí cuando me nació la idea de ayudar a otros jóvenes para que otras familias sientan la misma satisfacción que nosotros", dijo Tapia, de 64 años y originario de Michoacán, México.
"Nosotros, los jardineros, trabajamos con gente acaudalada y pensé ¿y por qué no pedirles ayuda (a los patrones) para los muchachos que quieren estudiar en la universidad?", recordó.
En 2002, cuando su hijo, junto a dos compañeros ya habían establecido su propia oficina de abogados, Tapia les contó su idea y los profesionales del derecho le ofrecieron crear legalmente una organización sin fines de lucro que denominaron Fundación de Jardineros del Area de la Bahía (BAGF, por sus siglas en inglés).
Tapia reunió a una docena de sus colegas jardineros de San Francisco y comenzaron a preguntar a sus contratantes si querían colaborar.
Y con entusiasmo vieron que varios comenzaron a emitir cheques para las becas.
"En dos semanas recaudamos 10,000 dólares y cuando llegamos a tener 45,000 comenzamos a patrocinar estudiantes bajo los simples requisitos de tener 2.5 de notas (en escala de 1 al 4), haber dedicado 20 horas al servicio comunitario y ser de bajos recursos", indicó.
"En 2006 becamos cinco jóvenes con 1,500 dólares a cada uno y en 2008 ya hemos podido becar a 17, incluyendo dos becas especiales de 2,000 dólares a los que tienen mejores calificaciones. En total hasta hoy hemos entregado 31 becas", detalló.
El jardinero filántropo nació en el pueblo de la Mastranza de Arteaga, donde su tarea diaria en el rancho de sus padres era la de ordeñar las vacas, dijo, y debido a que en la escuela del pueblo solamente impartían clases hasta sexto grado no pudo continuar con su instrucción académica.
Tapia emigró a EU cuando tenía 20 años y su primer empleo fue haciendo donas. En 1982 vivía en el sur de San Francisco y después de haber sobrevivido con el cheque de desempleo comenzó a trabajar los sábados como jardinero.
"Luego le compré una ruta (de clientes) de jardinería, por 300 dólares, a un amigo que se fue para México y vi que en el negocio de jardinería hasta me quedaba para ahorrar un poquito", destacó.
"El trabajo del jardín es lo que me dio para poder pagarle los estudios a Noel, uno de mis dos hijos, que es el que decidió estudiar", destacó Tapia, quien todo el día remoza jardines y por las tardes se dedica a la fundación.
El 6 de diciembre de 2008 cuando en la universidad de Stanford, en Palo Alto, la organización "Purpose Prize" entregó el premio a Tapia por crear una fundación de jardineros para ayudar económicamente a universitarios latinos, compartió ese honor con un bioquímico de la Universidad de California en Berkeley por combatir elementos cancerígenos en el hogar y a un sicólogo de San Francisco que conecta huérfanos con terapeutas voluntarios, entre otros.
"El premio es para mí; pero lo doné a la fundación para dar más becas", explicó Tapia.
En cuanto al premio Jefferson, "es simplemente una medalla; pero con ese reconocimiento esperamos que otros donantes nos ayuden para dar más becas a más muchachos que lo necesitan", finalizó.