A lo largo del país, los políticos están respondiendo a la incapacidad de la población devastada por la recesión inducida por el gobierno para apoyar el gasto gubernamental a los niveles a los que se han acostumbrado al amenazar el cierre de escuelas, departamentos de bomberos y otros “servicios” del gobierno de alto perfil y de alto costo. Yo he opinado en otros lugares sobre las razones por las que dichos programas de alto perfil – en vez de los miles
de burócratas con sueldos altísimos cuyas funciones son absolutamente innecesarias – son identificadas primero para aplicar recortes como señal de una reducción en el gasto. Es suficiente repetir que dicha extorsión ha funcionado con anterioridad y los políticos sólo pueden esperar que continúe permitiéndoles alinear sus bolsillos a expensas de la gente que realmente gana su dinero.La reciente elección especial en California tuvo varias propuestas en las urnas prometiendo arreglos en el presupuesto “para las escuelas”. Como cada disposición de impuestos y préstamos anteriores, dichos aumentos en impuestos no arreglarán las escuelas. De hecho, a pesar de unas recomendaciones de políticas ampliamente dispares, prácticamente cada investigador del área educativa no gubernamental, desde la Universidad de Stanford hasta la Heritage Foundation, coincide en que el dinero no es el problema: en resumen, la educación que ofrece el gobierno es Simple y Llanamente Disfuncional.
Así que ¿por qué la idea de la educación de “escuela pública”, tan claramente oximorónica, permanece como vaca sagrada? Cada argumento utilizado a través de la historia para el establecimiento de la educación financiada por el Estado ha sido originada en la ideología: la utopía ideal de crear al buen ciudadano, de Francis Bacon:
Y es sin toda la controversia que el aprendizaje hace que, en efecto, las mentes de los hombres sean gentiles, generosas, maleables y dóciles para el gobierno; mientras que la ignorancia los vuelve maleducados, transversales y soliviantados.
El gasto del gobierno en la educación pública K-12 en Estados Unidos es en todo momento elevado. El promedio nacional de gasto actual por estudiante está alrededor de $10,418. El gasto real por estudiante se ha incrementado en un 23.5 por ciento durante la década pasada y en un 49 por ciento en 20 años. Mientras tanto, los calificaciones de los exámenes y las tasas de graduación se han mantenido bajos y planos, y la brecha entre los blancos y no blancos ha permanecido amplia y básicamente sin cambio alguno.
Si el gobierno no puede enseñar a leer, escribir y las matemáticas por $10,000 anuales por estudiante, ¿por qué alguien querría que tuvieran más? ¿Acaso no es el momento justo para recortar el financiamiento gubernamental de la educación, eliminar impuestos supuestamente recolectados para la educación y permitir que los recursos liberados sean alineados de manera mucho más efectiva y creativa? Los maestros y/o los padres podrían privatizar sus escuelas (vea “¿Pueden los Profesores ser Dueños de sus Propias Escuelas?”), y el mercado y las asociaciones privadas podrían y crearían así innumerables alternativas justo como las compañías telefónicas liberadas del monopolio Ma Bell que han puesto un celular con inimaginable funcionalidad por 20 años en las manos de cada niño de 13 años en el país.
Como Adam Smith sabía, liberada del monopolio de la escuela pública, la gente “rápidamente encontraría por sí misma maestros mejores que los que el estado les podría encontrar”.
Mary L.G. Theroux es Vice Presidente Senior en The Independent Institute en Oakland.