Adelgazando a nuestros niños super-obesos: ¿Quién está a cargo?

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29 August 2009 Ramón Resa, MD Print Email



Kathleen Sebelius, la nueva Secretaria de Salud y Servicios Humanos, llegó a los titulares el otro día en una conferencia sobre “El Peso de la Nación” cuando dijo que hoy en día cerca del 33 por ciento de los niños estadounidenses sufrían de sobrepeso u obesidad.

Sin embargo, en mi práctica pediátrica en el Centro de California, la cifra es mucho más alta. Alrededor del 40% de mis pacientes infantiles son latinos y

el 35% son anglosajones, también atiendo a muchos niños filipinos, hmong/camboyanos, laosianos, hindúes, y nativo americanos. La obesidad infantil se da desenfrenadamente entre cada uno de estos grupos, y me preocupan los futuros problemas de salud que estos niños van a sufrir si nada cambia. Su salud física, mental y emocional está en juego.

Esto no es una simple cuestión personal que trae consigo infelicidad, depresión e incluso suicidios adolescentes. También es un grave problema económico señalado en las estadísticas del gobierno de esta semana sobre los costos médicos que implica el tratamiento de la obesidad.

He aquí lo que veo día a día en mi práctica. Una madre trae a su hijo de cinco años de edad. El pesa 90 libras, lo que sería saludable si él tuviera el doble de su edad y fuera casi un pie más alto. Cuando pregunto sobre algún padecimiento en la historia familiar, ella comenta, “Creo que sí. Muchos de mis familiares padecen de sobrepeso, aunque no comen en demasía… creo que a él le pasa otra cosa que le está causando esto. ¿Podría examinarlo?” Después, ella toma otro sorbo de su gran vaso de refresco. El pequeño también tiene otro vaso de refresco. Pero cuando le pregunto si come mucha comida chatarra, ella contesta que no.

La Secretaría Sebelius también fue citada comentando que la Primera Dama Michelle Obama está planeando abordar la salud infantil como un problema. Me gustaría sentarme con ella para discutir los siguientes “temas de conversación” relacionados a algunas de las causas básicas y principales de esta crisis nacional.

Padres, asuman su responsabilidad. Cuando aparecen niños obesos en mi consultorio, por lo regular llegan con un padre que también es obeso. Estos padres no dicen no a las demandas de sus hijos de comida chatarra y seguramente no están poniendo un buen ejemplo con su propio consumo de comida chatarra. Este tipo de padres también permiten que sus hijos escojan en donde y cuando comer. Parece que no se preocupan por las calorías mientras sus hijos sean felices y no requieran demasiada atención.

Dejen de negar lo obvio. El principal factor en la obesidad infantil es totalmente obvio: los niños hoy son obesos porque comen demasiado (y se mueven muy poco). Pero veo padres cada semana que insisten en que examine a sus hijos por posibles cuestiones médicas que estén causando el problema. Estos padres también niegan que compran mucha comida chatarra o salen a consumir comida rápida más que “ocasionalmente”, pero cuando voy a comprar a la tienda de abarrotes y me los topo, sus carritos están llenos de comida chatarra.

¿Nuestros propios miedos están estimulando la obesidad de nuestros niños? Nos hemos convertido en una sociedad atemorizada. No dejamos que nuestros niños salgan por el miedo a que un extraño perturbado se los lleve. Tememos que nuestros vecinos puedan lastimar a nuestros niños, pero nunca hemos hecho ningún esfuerzo por conocerlos (a los vecinos). En vez de permitir que nuestros niños exploren y experimenten la vida en el “mundo exterior”, los mantenemos adentro, alimentándolos con comida chatarra y utilizando la TV como niñera.

Aquí hay tres soluciones simples que podemos como padres intentar; si estamos dispuestos a hacer un mejor trabajo asumiendo nuestras responsabilidades.

1. Retomemos nuestros vecindarios y permitamos que nuestros hijos caminen por ahí invitando a los niños que encuentren en su camino. Creo firmemente que los niños pueden y se protegerán unos a otros de la misma manera que los adultos. Son vulnerables cuando están aislados y solos.

2. Apoyen la salud física de su familia y sus vínculos sociales con su vecindario saliendo a caminar con otras familias. Cuando se trata de mero ejercicio físico, los niños responden mejor cuando se les da un buen ejemplo que ellos pueden tomar. “Haz lo que te digo” mientras usted se sienta frente al televisor no va a funcionar.

3. Apague la TV (e ignore las protestas de sus hijos). También, intente hacer de la TV un evento para compartir con toda la familia en vez de tomarlo como una rutina incontrovertible en la que cada miembro de la familia está aislado en una relación personal con su propio televisor noche tras noche. Limite la televisión a algunos programas favoritos cada semana. Salga a caminar.

A los tres años de edad, Ramón Resa empezó a trabajar en los campos de algodón y naranjas en los campos de Central California. Hoy en día, es un éxitoso pediatra, orador y autor de libro. Vísite www.ramonresamd.com para conocer más sobre el Dr. Resa.