Fri20Nov2020

Percepciones erróneas de los riesgos del COVID y los medios

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Conor Norris Print Email

 

 ¿Cómo los medios de comunicación nos han desinformado?

A pesar del ritmo devastador del ciclo de noticias las 24 horas, el COVID-19 ha dominado los titulares desde principios de 2020 y continuará haciéndolo en el futuro previsible. Pero a pesar de todo el tiempo que hemos pasado viendo y leyendo los medios de comunicación  debido a la pandemia, aún no tenemos una percepción precisa del riesgo que enfrentamos por el COVID-19.

No me refiero a un ligero error de percepción. Las personas encuestadas están demasiado equivocadas, a pesar de, o debido a la cobertura extensa de la pandemia.

Estas son las estadísticas. Entre los encuestados por Gallup, en promedio los encuestados pensaron que poco menos del 58% de las muertes por COVID-19 fueron personas de 55 años o más. En realidad, el 92% de las muertes se encuentran en ese rango de edad. Al mismo tiempo, sobreestiman el riesgo para los jóvenes. Los encuestados creían que el 8% de las muertes eran personas de 24 años o menos, cuando solo el 0.2% lo eran.

Para poner eso en perspectiva, creían que los jóvenes representaban 50 veces su verdadera proporción de muertes.

La visión de las consecuencias para la salud cuenta una historia similar. Entre los jóvenes de entre 18 y 24 años, el 59% está preocupado por las graves consecuencias para la salud a largo plazo. Pero representan solo el 0.1% de las muertes. Solo tenemos unos pocos meses de datos sobre el COVID-19, por lo que comprender los efectos a largo plazo es difícil, pero el CDC señala que los casos graves siguen la misma distribución por edad que las muertes. Esto significa que los jóvenes, que son un pequeño porcentaje de los casos graves que causarían efectos a largo plazo, enfrentan muy poco peligro a largo plazo por el COVID-19.

Hay mucho que no sabemos sobre el COVID-19, pero una de las pocas cosas que sabemos con certeza es que el riesgo de muerte está estrechamente relacionado con la edad y las comorbilidades. Para la mayoría del público, incluso este hecho pasa desapercibido.

Entonces, ¿qué está causando esta división entre nuestras percepciones y la realidad?

Un factor importante es cómo funcionan los medios y cómo consumimos las noticias. Por ejemplo, los ataques de tiburones son noticia. Juegan con nuestros miedos y resultan en tragedia y muerte. Estos miedos son tan profundos que tenemos cuatro películas de Tiburón y seis de Sharknado. Pero la mayoría de los días no estamos sujetos a los ataques de tiburones. El lugar seguro no es de interés periodístico, por lo que no escuchamos noticias sobre otro día a salvo de los tiburones.

Si mis amados New York Giants vuelven a perder, no es noticia; pues es lo esperado. ¿Pero si hacen lo imposible y logran una remontada en el último cuarto? Eso es raro y milagroso, por lo que es digno de ser noticia.

Este enfoque en eventos raros y mortales afecta la forma en que vemos el mundo y los riesgos que enfrentamos. Los accidentes de avión se convierten en grandes historias. Aunque es más probable que personas mueran en un accidente automovilístico que en un accidente aéreo, el miedo a volar es común, mientras que el miedo a conducir suena extraño.

En los días de las hombreras, los permanentes y los éxitos únicos, Neil Postman escribió sobre cómo la televisión y el auge de las noticias por cable estaban cambiando la forma en que veíamos las noticias. El contenido de las noticias debe cambiar para adaptarse al medio a través del cual son trasmitidas. Las noticias por cable compiten por televidentes con otros programas de televisión, lo que los obliga a proporcionar algún nivel de entretenimiento para retener a los televidentes. Gráficos llamativos, presentadores atractivos, corresponsales en lugares emocionantes o peligrosos, todo esto para brindar entretenimiento y mantener nuestra atención, en lugar de mejorar la información que recibimos. Esto se ha expandido a los medios impresos tradicionales con presencia en línea, ya que se enfocan cada vez más en línea y compiten con otros sitios web por clics y retweets.

Postman cita al ex copresentador de noticias Robert MacNeil que describe las características de los programas de noticias exitosos. Según MacNeil:

Mantener todo breve, no forzar la atención de nadie, sino que proporcionen un estímulo constante a través de la variedad, la novedad, la acción y el movimiento... Mientras más pequeño mejor, se debe evitar la complejidad, los pormenores son prescindibles, las calificaciones impiden el mensaje simple, la estimulación visual es un sustituto del pensamiento, y la precisión verbal es un anacronismo.

Combinados, lo anterior no conduce a una mayor comprensión de un tema. Conducen a una comprensión superficial que nos convence de que estamos bien informados.

Las historias que nos conmocionan y entristecen reciben más atención de los espectadores y más cobertura. Centrarse en historias que no son representativas pero aterradoras puede atraer a los espectadores y mantener su atención, pero nos dificulta encontrar información precisa.

Según la encuesta de Gallup mencionada anteriormente, quienes usaron las redes sociales para encontrar información sobre el COVID-19 tenían la estimación más inexacta sobre los peligros que representan para los jóvenes. Debido a que las peores noticias y las predicciones más calamitosas reciben la mayor atención, cualquier percepción que obtengas de las redes sociales estará distorsionada.

La forma en que apreciamos el riesgo tiene un efecto de gran alcance no solo en nuestras propias vidas; también dan forma a las políticas públicas. Una sociedad llena de votantes mal informados presionará por respuestas políticas mal diseñadas para enfrentar la amenaza real, causando otros problemas en el proceso. Cuando nuestras fuentes de noticias son también fuente de entretenimiento, la amenaza de que proliferen las inexactitudes es mayor.

Esta tendencia es algo que debemos tener en cuenta al ver noticias, para ayudarnos a evitar ser afectados por las peores historias de tragedia y fatalidad.

El artículo original fue publicado en catalyst.independent.org bajo el título: Misperceptions of COVID risk and the media. El artículo fue editado (por su longitud) y traducido por Visión Hispana.